sábado, 11 de abril de 2009

Montando la Carpa










Llega el buen tiempo y para mitigar los rigores del sol y que los clientes disfruten del fresco y de las vistas de Muros, el Bar el Muelle monta todos los años una carpa en su terraza.
Algunos después de llegar de la mar, disfrutaremos a la sombra en la terraza de casa Chubasco, tomando una cerveza y saboreando un plato de pulpo a feira.

¿Os apetece?, pues venid y hacednos compañía








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Comenzando la faena




Jose Conchas ejerciendo de chief engineer






Pétalos rojos sobre fondo blanco. ¿Alguien da mas?






Pitix dando el visto bueno, y ahora a tomar unas cervezas!!!

sábado, 4 de abril de 2009

Pulpo y Nudos

Para cocer el mejor pulpo, olla de cobre
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En ningun bar marinero que se precie puede faltar un cuadro de nudos

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Hosteleros ligados a la mar



Desde su bar, esta familia muradana siempre tuvo una relación especial con los marineros, los principales clientes del local conocido como Casa Chubasco , El bar Muelle, o como todos lo conocen en Muros y en sus alrededores, el bar de Chubasco, guarda entre sus paredes de piedra casi medio siglo de historia. En el año 1961 abrió este establecimiento Natalia Formoso, la abuela de José Luis Martínez (Pitis), que es el actual propietario. Pero a lo largo de este período, también trabajó detrás de la barra de este local María, la hija de la fundadora.Cuando el negocio empezó a funcionar, Muros vivía casi exclusivamente de la mar, y las vidas de los vecinos, de un modo o de otro, estaban muy vinculadas a estas tareas. María llegó a Muros con dos hijos a su cargo y embarazada del tercero, José Luis. Para sacar adelante a su familia, contaba con este negocio que había puesto a andar su madre y que dependía básicamente de los marineros.Casa Chubasco le suministraba víveres a los barcos de arrastre por lo que la familia Formoso trabajaba toda la noche, ya que el horario habitual de apertura era sobre las tres de la mañana. José Luis recuerda que, en una noche, se llegaron a vender hasta trescientas barras de pan. Claro que en aquella época había veintiuna vacas de arrastre y más de medio ciento de barcos de bajura en Muros. En el Chubasco se podía coger de todo lo que los marineros precisaban para su travesía y, a la vuelta, cobraban la “chona”, que eran los dineros que se partían después de hacer la venta del pescado que le tocaba a la tripulación.Puerta traseraPara que no coincidiesen los marineros con la gente que andaba de fiesta, lo habitual era que María atendiese a los profesionales del mar a puerta cerrada, y no le abría al resto de la gente hasta que ellos habían marchado por la salida lateral: «Así evitábamos que se encontrasen y también que hubiese alguna bronca», cuenta.Por aquel entonces había mucha actividad de madrugada, ya que era cuando se realizaba la descarga de la sardina. En el bar se juntaban los marineros y los productos más demandados eran caña, café y los clásicos sol y sombra. En el establecimiento de los Formoso también se conseguían ingresos con las comidas. Ya que trabajaba casi toda la noche, María aprovechaba para dormir unas horas por la tarde: «Aquella vida era muy difícil, no como ahora,», recuerda.José Luis recuerda de aquellos tiempos anécdotas curiosas: «Una vez la gente que quería entrar en el bar estando cerrado gritaba desde fuera ¡abre que ando en el San Eusebio !, y ese barco se había ido al fondo hacía ya diez años».Pedro Chubasco, el padre de José Luis, nunca se dedicó al trabajo de taberna. Él era patrón de una vaca de arrastre, siendo este otro de los motivos que vinculan a esta familia con el mundo del mar.Pero no todo era trabajar, José Luis recuerda también los largos temporales: «Como no se podía salir al mar, los marineros se juntaba en el bar a echar partidas de manilla o tute. Años después, cuando llegó el vídeo, los vecinos venían a ver películas». También comenta que, en ocasiones, en el local se cocía marisco, que se comía alternando con vino y con canciones populares: «Se tienen vivido muchas farras aquí».Con el cambio de los tiempos, la taberna mudó para convertirse en un mesón familiar enfocado al turismo, que es de lo qué se vive ahora en Muros, con especialidad en tortilla y tapas variadas pero, de algún modo, se mantiene vivo ese espíritu marinero, ya que aún quedan dos vacas. Sus tripulantes acuden aun hoy a cobrar la chona a Casa Chubasco y, por supuesto, siempre surgen esas conversaciones sobre el mar.
Artículo de Rosa A. Gallardo en LA VOZ DE GALICIA